Demonios y música metal en ‘Asmodeo’ de Rita Indiana

Demonios y música metal en ‘Asmodeo’ de Rita Indiana

Quien quiera medirse la talla con Rita Indiana, se va a ver las de mandinga porque ‘’la Montra’’, como la conocen sus fans, mide lo que un poste de luz en la noche; y en lo que tú sacaste un coro, ella ya escribió cinco novelas. Ahora, con su último título ‘Asmodeo’ (Periférica, 2024), regresó para envolvernos entre demonios, rimas y mucha música.

El soundtrack envolvente de ‘Asmodeo’

Asmodeo es un demonio que ronda por cables eléctricos, cuchillos y caballos, es decir, personas. Un ser que gozó de una época dorada a través de Rudy, un rockstar retirado al que ya no se le para y no puede componer nada; así será la vibra de toda la novela: el bajón. Una narrativa endemoniada, perversa, oscura, contrapunteada con la música que suena en esa República Dominicana de los noventa. Rita Indiana lo aplica desde el segundo párrafo de la historia:

“Eran risas de bruja. Seguro tenían que ver con su súbita impotencia; le habían hecho un trabajo, le habían dado de comer placenta, habían puesto vello púbico suyo en el interior de una guanábana. Una se acercó a meterse una línea del perico que había sobre la cómoda; en el espejo podía verse su verdadera apariencia: las tetas eran pellejos de pezones llenos de verrugas verdes. La otra había osado sacar de su estuche una de las guitarras que había por el apartamento. Tocaba lentamente las notas del comienzo de “Stairway to Heaven” y lo miraba a la cara sonriendo con dientes que no le cabían en la boca...”

Qué mejor canción para reforzar la impotencia del personaje, una canción vieja para hacerle sentir el peso de la edad y además, qué nefasta melodía, todo el mundo conoce ese intro que nos tiene hasta la coronilla, como dice la canción. Más adelante, la Montra pone a sonar “Raining Blood” de Slayer en el patio de un almacén donde una docena de cuerpos giraban sobre un pentagrama mal dibujado; donde Asmodeo se encuentra dentro de un cuchillo que pasaba de mano en mano y el demonio se malviaja:

“El demonio intentaba aferrarse al borde de las cosas, de la gente; intentaba entender las conversaciones atravesado por un bombardeo de información inconexa, fragmentos de pensamientos, recuerdos, los deseos de los dueños de las manos que lo agarraban por el mango: una rubia que huye de un pastizal, la cola amputada de un lagarto, asma, sed, carritos chocones, el pecho blanco de Rob Halford, la mar de una correa en un muslo, tetas enormes, hipoglucemia, la carcoma excitada por la música desintegrando las vigas, monedas, gusanos, longaniza frita, pies que se hunden  en el lodo a la vera de un río, uñas sucias de ese lodo…”

La voz narrativa va con flow y al ritmo ruidoso de la banda de thrash metal californiana para colocarnos un collage de ideas que no terminan hasta que el cuchillo cae en las manos de Lili la Turbia, una chica que le hace honor a su sobrenombre y quien le jugará una traición al buen Guinea, el personaje trágico de la novela. Por tal motivo, las líneas melódicas de las guitarras junto a las imágenes desordenadas, terminan por augurar un futuro en el que se lavará las manos manchándose de sangre.

Uno de los poderes que Asmodeo tenía sobre Rudy era el de la composición. Un día, el rockstar retirado se encontró freestaleando una obra de teatro versificada entre 7 y 8 sílabas sobre la basura, en el que la música de los versos lo liberó del chamuco, y además lo hizo flaquear, llegar al existencialismo, para que más adelante el ángel Icociel lo rematara con estas rimas:

Tus delirios, Asmodeo,

te lograron este estado

tu caballo has malogrado

desmejorado te veo

en inútil fantaseo

a lo oscuro y sin linterna

la tuviste y por guacherna

renunciaste a su presencia

y mutó en inconsistencia

esa irradiación eterna.

Sin hacerla tanto de larga porque con la talla de Rita es suficiente, con estos ejemplos expongo que la autora orquesta una novela con coplas, crescendos y heavy metal. La música está ahí como referencia cultural, pero también como un mensaje adicional, un guiño y un vehículo para rodar sobre su prosa envolvente.

Entre las bandas y artistas que se pueden escuchar en ‘Asmodeo,’ están agrupaciones pesadas como Black Sabbath, Danzing, Bathory, Sarcófago, Sepultura, Slayer, Judas Priest, pero también figuras latinoamericanas como Silvio rodriguez y Juan Luis Guerra. Una combinación de tonos guturales y platillazos adoc a la atmósfera demoníaca y ríspida de la novela, con ritmos de conciencia hispanoamericana; una marca personal de la literatura y obra musical de Rita Indiana, poniendo énfasis en su mensaje anti-Trujillo-Balagueriano y la animalización del haitiano en República Dominicana.

El lado B de Rita Indiana “la Montra”: la música como reflejo de su literatura

Rita Indiana es una artista dominicana que ha explorado el performance, la literatura, la cátedra, la publicidad y la música. En este último ramo, empezó de manera experimental en el proyecto Miti Miti (2009) junto a Raina Mast, pero no fue hasta su primer LP ‘El Juidero’ (2010) como Rita Indiana y Los Misterios donde la Montra adquiere una popularidad masiva dentro de un circuito comercial en público latino con en Nueva York, República Dominicana y Puerto Rico.

Canciones como “El Blu del Ping Pong”, que es un espejo de su flow lírico; “Esquibol”, en el que hace referencia a la novela Papi, con una historia de infancia sobre una patineta Tony Hawk; “Da pa lo do” donde narra la histórica relación entre el dominicano y el haitiano; o “La Hora de Volvé”, que habla sobre la migración.

Después de sacarle jugo a la fama para ofrecer conciertos y grabar comerciales con referencia a sus canciones, toma un break de 10 años, donde en alguna entrevista dijo que no volvería a la música ni por un millón de dólares. Sin embargo, en 2020, Ritan Indiana vuelve en plena pandemia con su segundo LP ‘Mandinga Times’, el cual produce Eduardo Cabra de Calle 13, y cuenta con las colaboraciones de Rubén Albarrán, Mima y Kiko el Crazy. Un álbum para escupir sobre el caos que aún a la fecha se vive a flor de piel: los 43 desaparecidos, el dinero, Los Macheteros (grupo independentista puertorriqueño), la corrupción y el miedo de expresar el amor homosexual.

Noelia Quintero, quien ya adaptó la novela Papi al cine, hace dupla con la Montra para la dirección de los videoclips, los cuales mezclan mundos imaginarios, historias de la vida real, símbolos y coreografías al ritmo del merengue-rock.

Solo épico metalero para finalizar el exorcismo

La Montra demuestra que la música, ya sea en sus libros o en sus discos, no es cosa superflua, sino una extensión del caos que atacan a sus personajes, así como un lenguaje para expresar los problemas que pudren a este mundo.

En Naufraghost te invitamos a seguir y gozar su literamúsica, pero sin desafiarla porque la Montra es tan brava que se puede comer tu cerebro con tocino como un dragón de Game of Thrones