Mac Miller y el arte de trascender

Mac Miller y el arte de trascender

Nuestra naturaleza como humanos nos lleva a la necesidad de trascender y de dejar nuestra huella en este mundo. Es como impregnar nuestro aroma distintivo a una persona, pero en mayor escala. Cada individuo, como ser único e irrepetible, dejará un legado diferente. 

Trascender va más allá de ser recordado, es un resultado de todas nuestras acciones que se ven reflejadas en la gente que nos rodea, ya sea positiva o  negativa. A lo largo del tiempo creamos vías para hacerlo pero una de las más bellas, a mi parecer, es a través del arte, podemos transmitir nuestros sentimientos y empatizar con una gran cantidad de personas a través de los años. 

Malcom James McCormik, mejor conocido como Mac Miller, sabía desde muy joven  que iba a trascender en la vida mediante la música. Su talento era nato y nunca dudó de sí mismo y de lo que podía llegar a hacer. Aún después de su muerte, miles de personas seguimos identificándonos con sus letras,  empatizando por los diferentes matices emocionales que  atravesó porque no todo en la vida es perfecto, se trata de la capacidad de adaptarse,  evolucionar y ser feliz con lo que sucede en ella.

Las dos caras de Mac Miller

A veces es más fácil mostrarnos sonrientes ante las personas para que estas no se preocupen por nuestra constante lucha interna. Muchos de sus amigos recuerdan a Mac como una persona amable, cariñosa y que, pese a sus problemas personales, siempre se mostraba con una sonrisa cálida, de esas que te contagian energía positiva. 

Pero detrás de esa sonrisa había una sombra que se hacía cada vez más grande con el tiempo y la fama que ganaba, junto con la depresión y ansiedad constante en su vida que sólo lograba alejar con las drogas, aunque de manera efímera.

Fue honesto en su trabajo, sus letras eran un espejo de lo que pasaba en su vida personal. En sus primeros mixtapes, como But Mackin Ain´t Easy’, aludía a su personalidad de ese entonces, un chico de 15 años al que le gustaba pasarla bien con sus amigos, ir a fiestas y consumir drogas. Después conocimos a Mac Miller y sus letras dejaron de ser superficiales y encarnaron los problemas de la fama, las drogas y su constante lucha para estar en paz consigo mismo.

La metamorfosis del rap

Para trascender hay que romper nuestros propios límites, salir de nuestra zona de confort y esto lo tuvo claro Mac. Las ganas de aportar algo más a la escena lo impulsaron a experimentar con sonidos diferentes, esto lo podemos notar a partir de su tercer álbum de estudio GO:OD AM’, el cual lo llevó  a estar dentro de listados mundiales. 

Estábamos en la metamorfosis hacia un sonido más elegante en el mundo del rap que incluía arreglos de piano y guitarra, el cual se alejaba de los beats que mostraba en sus primeros trabajos. El hip hop, el jazz, soul y R&B fueron los géneros que acompañaron a sus letras, que pasaron a ser más introspectivas con el paso del tiempo. 

Para algunos, la tarea de plasmar nuestras ideas nos resulta complicado, para él no lo era. Además de escribir, fue un músico multiinstrumentista que aprendió de manera autodidacta  a tocar la  guitarra, el bajo y el piano.

La divinidad femenina

Nuestra existencia repercute en la vida de otros si es que lo deseamos. Mac Miller llegó a cientos de personas con sus primeros trabajos a través de internet y las redes sociales pero también fue en Twitter que tuvo el primer acercamiento con su gran último amor, Ariana Grande.

La conexión entre Ariana y Mac se notaba desde aquella colaboración en “The way” (2013), el cual nos daba indicios que dos grandes amigos podrían llegar a ser algo más. Un romance moderno que se confirmó años más tarde a través del  programa de Elen DeGeneres, dos grandes estrellas que brillaban ahora en sintonía, un romance lleno de expectativas creadas por los fans.

Una pareja aparentemente perfecta, los artistas del momento en una relación, pero el verdadero amor, no es tolerar todo. Las adicciones de Mac nublaron todo los momentos felices y de apoyo que compartieron, era una nube gris que asfixiaba cada vez más a la cantante  de pop. 

El rompimiento fue algo inevitable, la importancia de Ariana en la vida de Mac, así como de otras figuras femeninas como su abuela y su madre, se vieron inmortalizadas en su cuarto disco The Divine Feminine’ (2016).

Cerrando el círculo

Toda acción en la vida tiene una repercusión y deja una huella cuando no estamos físicamente en el plano terrenal, como Mac Miller, pero surge la posibilidad de seguir viviendo a través de las obras que creamos. 

El productor Jon Brion se dio a la tarea de juntar y terminar las piezas del legado de Mac Miller. Así, tiempo después de su muerte, se anunciaba  el último trabajo grabado por Mac, Circles’ (2020). Este disco complementó el trabajo anterior y el último que publicó en vida, Swimming’ (2018). Dos estilos completamente diferentes que harían un perfecto equilibrio para crear el concepto Swimming in Circles’

La muerte como un proceso natural nos lleva a cuestionarnos sobre la vida después de esta, tema que aborda en el disco. Un sonido más sencillo en cuanto a producción que lo hace destacar. Encontramos a un Mac Miller más consciente de sus problemas emocionales.

Se ha trascendido en la vida cuando nuestras acciones tomaron repercusión en la vida de alguien más, tal vez Mac Miller partió sin saber que lo había logrado. Su alcance fue más allá de la familia y amigos y se convirtió en inspiración de una nueva generación de artistas, además de los cientos de niños que se han visto beneficiados gracias  a la fundación en su honor Mac Miller Circle Fund

A pesar de los demonios con los que luchó toda su vida, a los cuales nunca ocultó, logró dejar un legado que nos demuestra que, al final, todos somos humanos llenos de defectos y virtudes