
La música se transforma en un hogar cuando presiona al corazón para albergar sentimientos, experiencias y sensaciones en concordancia con las múltiples realidades humanas, desde las tormentosas hasta las fortuitas. Y es ese apachurrón sensorial el que activa André Beltrán en el EP 'Mi Casa' para desafiar al desamor y darle un golpe al tiempo, el perdón y el olvido.
La placa explora la decepción amorosa desde la óptica del aprendizaje, la responsabilidad y la liberación a través de seis temas, dos inéditos y cuatro sencillos, confeccionados por la pluma de André Beltrán desde 2022; no solo es la consumación de su primer EP, sino la solidaridad de distintos pasajes de su vida abrazados por la mística del desamor
'Mi Casa' es un concepto vivencial, al igual que una fricción emocional de sus pasiones musicales, lo que hace de cada canción una esquina de creatividad y bravura artística, aquella que ha ensanchado en compañía de otros músicos como bpuntito, Davi Galicia y Andrés Canalla.
Desde el Estado de México, André Beltrán reúne varios géneros, que van desde el pop, el indie folk y el soul hasta el ranchero, la bachata y el bolero, pero siempre con la poesía como tinta innata de sus composiciones.
'Mi Casa' esconde en sus entrañas conciertos, amigos, paisajes y músicos que le atribuyen más a su concepto de construcción, deconstrucción y aprendizaje, pues con la salida de “Alborada” en 2022, André Beltrán ha encontrado cabida en escenarios como el Foro del Tejedor, Foro Landó y Sala Cardamomo, en Ciudad de México, Toluca y Veracruz, respectivamente. Así como presentarse en el Nido de Quetzalcóatl, en el Estado de México, bajo la dirección de Josh Rogosin, ex ingeniero de audio con Tiny Desk Concerts de NPR.
Las canciones que integran el EP fueron producidas por el músico chileno El Mulu, ganador del Latin Grammy por la coproducción de “Biutful” de Mon Laferte, así como Cristóbal Sarmiento, Edu Espinal y el propio André Beltrán.
André Beltrán, entre el olvido y el recuerdo en 'Mi Casa'
Por donde quiera que se comience 'Mi Casa' se hallará un pedazo de sufrimiento que intenta desahogarse, pero puede convertirse en un bucle que se inmiscuye en las debilidades, destrezas y confusiones del dolor de un enamorado en proceso de desenamorarse y renovación.
“Alborada” es una respuesta directa a la incertidumbre de la vida, que nace de las decisiones tomadas en el pasado, limitan el presente y determinan el futuro, pues en ella se inspecciona no solo la sombra artística de André Beltrán, sino también la fugacidad del tiempo en paralelo con el proceso de reconocerse a sí mismo.
Es una canción que engrandece los sueños del artista, pero motiva el de aquel que lo escuche, sea cual sea su aspiración u objetivo deseado: “Solo queda componer, descomponer, desaprender”.
Con un estilo ranchero en mezcla con indie folk, “Un Adiós y Dos Olvidos” hace un reproche al tiempo y las heridas abiertas del amor, con una lírica aventurera en el área del distanciamiento originado por un desacierto amoroso. Ofrece una experiencia auditiva entre la serenidad y el descoloque emocional; o sea, una monotonía que brinca entre el olvido y la añoranza. André Beltrán acepta ambas posiciones, canta tanto desde el corazón adolorido como desde el inquieto por pasar página.
La melodía resuena en el duelo por una pérdida y el cierre emocional que circula en el repetitivo sentimiento de nostalgia que enciende y apaga el olvido. Además, reflexiona sobre la singularidad del adiós y lo propenso que las personas están a repetir un olvido dos o tantas veces como el corazón lo vuelva a necesitar.
Sí, Beltrán reprocha, pero también toma conciencia y responsabilidad por lo entregado; mira al amor como una flor, la que nace, crece, madura y muere aun cuando haya tenido al sol y el agua para apoyarlo: “Nuestro amor tan pasional tenía caducidad, sin fecha para el altar ni nadie a quien culpar”.
Por su parte “Causa Perdida” reconoce los esfuerzos, el aguante y el desasosiego por convertir a un amor en cielo cuando solo deseaba ser mar. La pluma de Beltrán desborda obstinación, con la que indaga varias razones para mantener una relación amorosa, incluso haciendo hincapié en habilidades sobrenaturales para desmentir la típica frase “el amor todo lo puede”.
“Que no digan que no lo intenté. Mover montañas con los dedos; robarle una estrella a noche”, dice la sección inicial de “Causa pérdida”, que rompe el supuesto poder ilimitado del amor.
La terquedad plasmada en la canción representa las huellas sensoriales que reabre las heridas de “Un Adiós y Dos Olvidos”.
Con “Causa Perdida” describe otra faceta del amor en su estadio más puro, que tiene cimientos en la falta de reciprocidad, el intento por reavivar una conexión romántica y el desequilibrio emocional; pero, a su vez, hace un himno a la derrota anticipada, pues existen historias que lo único que buscan es un final.
“Semifusa” se entromete en la temporalidad efímera que, en ocasiones, (des) compone un amor como génesis del malestar romántico. Entre sus letras esconde una confusión con el tiempo, que alarga el dolor, pero mengua en el gozo de las conexiones amorosas.
A modo de aflicción, Beltrán hace un símil del amor con todo lo que es de corta duración como un verano, un suspiro o un compás.
“Y así en tan poco tiempo nuestro breve amor me dejó tirado en el suelo”, dice el coro de “Semifusa”, melodía que mezcla los sonidos del bolero, el pop y la bachata.
Mientras que en “Amor Atorado” relucen las debilidades experimentadas por un amor presente y vívido. La canción crea una atmósfera que rebasa el dolor y alcanza la dicha a través de pasajes cotidianos que devuelven los recuerdos empolvados con sensaciones y sentimientos de un ex amor.
La lírica de Beltrán abre la puerta a las segundas oportunidades para extender una mística de paciencia y expectativa que descansa con la incertidumbre. Es una entonación a la esperanza justificada por los sentimientos, pero escasa en acciones, razón por la que se construye una contradicción amorosa creada por la evocación al pasado.
“Amor Atorado” es una lucha persistente contra un amor que duele, pero apapacha. André Beltrán refleja los momentos de lucidez en la penumbra del desamor, mediante el optimismo por el reencuentro, rodeado por la idealización y la suposición.
'Mi Casa' concluye y exprime su concepto en “Cachito de Canción”. El track ruega por el distanciamiento, pero anhela el encuentro, mientras se envuelve en la liberación, la sensatez y la gratitud que carga silenciosamente el dolor de una despedida.
La canción inclina sus remembranzas a la superación mientras perdona a ese “Cachito de Canción” convertido en persona, y persona convertida en parte de la piel.
La canción regresa al sitio inicial del álbum al meditar sobre el tiempo, el dolor y el perdón que mutan en crecimiento personal fortuito para continuar enfrentando la realidad mezclada con desaciertos y logros.
'Mi Casa': la deconstrucción constructiva de André Beltrán
'Mi Casa' es una tajada musical con la que el mexiquense interacciona con sus pasiones, inseguridades, alegrías, debilidades y aflicciones que bailotean mediante la ferocidad de una voz venternera de emociones. André Beltrán compone una atmósfera sonora con la naturalidad intensa, desafiante y temerosa que construye los vaivenes de la realidad humana ante los desbarajustes amorosos.
Cuatro paredes, una puerta y un techo pueden convertirse en un hogar, pero también la sangre, las penas y el amor que alberga un corazón, un sitio propenso a remodelarse, cambiar de inquilinos o destruirse para volverse a levantar; eso es 'Mi Casa' una deconstrucción constructiva que busca el equilibrio personal entre pedazos de dolor, amor y perdón.
'Mi Casa' es la residencia sonora de André Beltrán, con pisos de terquedad y escaleras de liberación, puertas de dolor y ventanas de júbilo y paredes con grietas hechas por roces de olvido y golpes de recuerdo.
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